La inquietud del artista

El arte es, entre otras cosas, invención. Y esa invención no puede venir sino de una inquietud de la cual el artista no puede desprenderse. Si desaparece la inquietud, la necesidad de expresar algo, se acabó.
Consiste, también, en saber sorprender. O en intentarlo, por lo menos. Cuando algo es previsible difícilmente podrá seguir siendo considerado arte.
Por eso me cuesta creer que ciertos grupos musicales, directores, pintores o escritores sean verdaderos artistas: la inquietud de algún momento los lleva a crear algo grande, a innovar, a mostrar su visión, pero, a partir de ese momento, se aburguesan, se tiran en el sofá y se dedican a exprimir una vaca que parece que no termina de dar leche (que, cuidao, no es lo mismo que "ser fiel a sus raíces").
Algunos ejemplos actuales de quienes han patentado un estilo para no salirse de él pueden ser ACDC, Tarantino, Tim Burton, Mark Knopfler...pero, afortunadamente aun quedan artistas geniales, como Judas Priest, Christopher Nolan, Europe, Terrence Mallick, Tool...de libros y pintores y arquitectos no hablo porque soy un ignorante.

No sé qué pensáis vosotros. Espero que nunca me pase.

Una de gente inquieta

De Cuerpo Presente

Pasaba por la web del 20minutos (cada vez que entro me pregunto por qué lo sigo haciendo...), ese diario que hace odiar a los periodistas, y he llegado de casualidad a un blog escrito, por lo visto, por una librera. Ésta hablaba sobre Ulises de Joyce y sobre alguna que otra tontería, y reproducía una conversación con sus amigos libreros. Ella le enseñaba una foto a uno de ellos, en la que salían cuatro celebridades (Arthur Miller y Marylin, entre otros), y éste, según la conversación, decía "hubiese dado un ojo por estar allí de cuerpo presente". Un comentarista desinteresado del blog ha reparado en ello: "estar de cuerpo presente significa estar muerto".

Fabuloso. La cualificación lingüística alcanza los lugares más insospechados.

Hasta qué punto importan las raíces

No me refiero a las raíces como cultura que no puede desprenderse de nuestro ser (como dijo aquél, y pongo aquél porque no me acuerdo de quién lo dijo, no existe el hombre acultural), sino a una cuestión mucho más "formal", de DNI, vaya.
Me pregunto, entonces, hasta qué punto importa, por ejemplo, que el euskera sea la lengua más antigua conocida (o que no sea más que un popurrí de otras), que los abuelos hayan sido franquistas (o rojos), que se sea un sangre sucia (un muggle vasco, por ejemplo), o que los nacionalismos sean (como algunos aún se empeñan en perogruyear) un invento.
Así que como me importa bastante tener un poquito de coherencia en uno mismo, no dejo de ver absurdo todo el etiquetado al que se tiene que enfrentar gran parte del ciudadano medio por aspectos que son meramente formales, un simple dato en una ficha, una anécdota de la que ni siquiera participó. Ya que vivimos aquí y ahora, procuremos preocuparnos por lo que aquí y ahora acucia...

¿Delatarías a tu mejor amigo?

Los publicistas se quedan sin imaginación. Ése es el eslogan que han puesto en el cartel de una nueva peli española, un buen hombre, o un hombre bueno, o algo así. Trabaja Tristán Ulluoa. Ya que últimamente está de moda, he pensado que irá de algún criminal relacionado con ETA, que a los guionistas también se les acaba la imaginación.
Así que iba hacia la facultad y me he hecho a mí mismo esa pregunta. Si en Euskadi no estuviese tan politizado, si no hubiese tanto malo y tanto bueno, y si las opiniones se pudiesen dar con menos miedo (al rechazo social, más que nada, no a un tiro en la nuca) sería mucho mejor, mucho más relajado. La gente sería más amiga, probablemente. Podrían convivir peperos y batasunos con normalidad, siendo a veces incluso amigos.
En cualquiera de los casos, yo no lo haría.

Niños y adultos

¿Cuántas veces habréis escuchado -incluso de vosotros mismos- eso de "es que yo todavía soy un niño"? Desde que me fijo, he debido de escucharla una docena de veces, de diferentes personas.
No sé por qué será. Quizá porque dicen que Nietzsche decía esas cosas del súper hombre, pero creo que debemos descartarlo. A lo mejor por aquello de que a nadie le gusta envejecer, y una conexión permanente con la infancia puede ser un buen paliativo para olvidarnos del crudo desenlace. Podría ser una manera curiosa que tienen algunos de disculparse por ser tan gilipollas a veces, pero esta también deberíamos descartarla...esa clase de gente (la gilipollas, no la que se declara un-poco-niño) no encuentra razones para disculparse. La explicación que ahora mismo se me antoja más plausible es que así se quiere, de alguna manera, escapar de ese panorama de responsabilidad y dureza de la vida adulta, rebelarse discretamente contra un sistema que nos absorbe y ante el que no queremos rendirnos, agarrándonos a la pata de la mesa.
Lo que quizá deberíamos pensar es que algunos comportamientos irracionales no son sólo cosa de niños, o que los niños no terminan de aprender todas las lecciones que debieran para cuando llegan a (formalmente) adultos. Yo qué sé. Pero me he hartado de escuchar la frasecita.

(Dos de mismo título pero muy diferentes...iba a poner también la de Alphaville pero esa está demasiado trillada)

Levantarse contra el sistema...

...Y volver a sentarse. Ése es el amago que hace casi todo el mundo alguna vez. El amago de ser diferente, el amago de tener grandes habilidades y explotarlas, de no tragar ante lo que nos dan, el amago de no creernos todo.

Como hablo un poco impersonalmente, tampoco voy a hacer esfuerzos por salir de ese saco que acabo de tejer: pocos se libran de mirar la tele, de meterse con la basura que nos meten por ahí, de hacer como que no se creen la publicidad, como que son perfectamente conscientes de la ideología que maneja cada canal y como que no se dejan engañar por ella, como que su belleza (la de la persona) está en su interior, como que no es rico el que más tiene, como que son lo que quieren ser y si no son otra cosa es porque no quieren...

Lo malo es que cuando alguien es así de verdad nadie se lo cree.

Rock and Roll actitud

No es un asunto baladí.

Incoherencias (II)

Dicen en el ámbito docente que una cosa no la entiendes hasta que no sabes explicarla.
Creo que ocurre algo parecido cuando uno se pregunta a sí mismo qué es lo que quiere hacer, o por qué hace lo que hace. Cualquiera que sea la respuesta puede traer consigo unas cuantas preguntas más, y no siempre es fácil mantener una coherencia de lo que, se supone, tenemos claro.
Cuando uno, entonces, se contradice a sí mismo con convicción (y salvo que se sea político, entonces las incoherencias se disculpan y se olvidan con la siguiente promesa), va siendo momento de parar un segundo, callarse un ratillo, y meditar sobre lo que verdaderamente se quiere, se busca, lo que a uno no le gusta y la medida en que valora cada cosa (no hablo de valores, aunque también pueden incluirse en este proceso, para variar).

No se trata de mantener unos criterios rígidos a través de los tiempos; los cambios son buenos y a menudo necesarios. Se trata tan sólo de ser un poco consecuentes (entre otras cosas), no sólo con el resto de gente sino con nosotros mismos...la certeza de saber hacia dónde se va ayuda mucho. Si uno no sabe ni qué quiere para sí mismo, estará dando vueltas, como diría Toshack (como se escriba), "como pollo sin cabeza".
Entretanto, os dejo la (muy probablemente) primera canción de heavy metal de la historia:

Caesar's Palace

A parte del nombre de un hotel, es una banda de rock sueca, y os la recomiendo con entusiasmo. Tienen un no sé qué fabuloso. El cantante se llama César Vidal, pero no tiene nada que ver con el otro. Tienen alguna canción famosa porque salió en un FIFA (Jerk it out, se llama), y practican algo así como garage y lo que hoy se llamaría indie rock. Pero me gusta mucho, así que no puede ser indie rock. Debe de tratarse de otra cosa...

También se pueden buscar como Caesars, o Twelve Caesars.

Educar

En principio esta entrada iba a llamarse exterminio, pero me he moderado, así que sólo contaré un par o tres cosas del jueves pasado.
Dos hombres que han conseguido -no sé cómo- muchas entradas de ACDC las revenden a 150€.
Ya en el concierto, otros tipos -esta vez italianos-, se dedican a empujar y empujar hasta llegar a primera-segunda fila, aplastando a quien hiciese falta. Si decías algo, a ellos les estaban empujando. Por gente así vi después a bastantes personas desmayadas o con ataques de ansiedad. Pagaron por sufrir un concierto.
Al salir del concierto, en el metro, un chaval, con sus amigotes, rompió de una patada una de las ventanas de emergencia. Por supuesto no había emergencia alguna.

Si sigo acabaré hablando de exterminio, así que lo dejo ahí.