Me parece lícita la asociación que uno (yo mismo) puede hacer entre las bondades y maldades de la gente contemporánea, los rasgos que más o menos distinguen unos colores de otros. Así, los derechosos serán siempre más racistas, un pelín más egoístas, en fin, peores personas. Y los izquierdosos tienen menos prejuicios, reciclan, son ecologistas y antitaurinos.
Pues no.
Que el mundo no es ni blanco ni negro es un hecho que a día de hoy a nadie se le escapa, pero sigue sorprendiendo ver aflorar las miserias más miserables de los seres humanos en los ámbitos más insospechados.
En el bar "Marx Madera", de corte rojillo, la caña te cuesta 2'5€ y el cubata (ron cubano, espero) 5€. Jugar en su mesa de pin-pon costaba 2€/h (y lo que aquí no cuento, que era todavía peor).
Sabina canta a José Tomás.
¿Quién, en el momento de la verdad, ayuda a quien hay que ayudar?
Sólo se me ocurren dos respuestas ante este desolador panorama: o bien no hablamos de izquierdosos de verdad, o que las características humanas, tanto las buenas (la generosidad en las distancias más cortas) como las malas (egoísmo y capitalismo humano a raudales), las tenemos tan adheridas a nosotros como el propio pellejo, y no nos desprenderemos de ellas salvo que la Educación cambie. O quizá ni siquiera así. Nunca es tarde para mejorar, eso seguro.
Yo también quiero cada vez más al perro de Einstein.