martes, 28 de diciembre de 2010

El lenguaje de Nadie

Una vez leí que sería conveniente dejar de (prohibir, más bien) versionar canciones concretas que, de tan trilladas, habían perdido toda la magia. Por poner algunos ejemplos, Imagine, Summertime, My Way o, más o menos, el 50% de la discografía de los Beatles.
Llevaba razón.
Me pregunto si habría que hacer lo mismo con un número ingente de palabras que, de tan usadas, han quedado completamente desvirtuadas. A veces por su uso excesivo (histórico, por ejemplo), otras por su uso equivocado (literalmente), terminan por no significar nada en absoluto. Así que cuando uno quiere hablar, por ejemplo, de acontecimientos históricos, va a tener que pensar en nuevas fórmulas para que no se confunda con (así, al azar) un buen año para el deporte español, o el Oscar para Penélope Cruz.
Peor es cuando quieres decirle a alguien, cara a cara, que te alegras de conocerle, que le acompañas en el sentimiento o que estás ahí para lo que haga falta. Son oraciones que, de tan usadas, entran y salen por los oídos del interlocutor sin que surta ningún efecto. Así que hay que decir cosas como "me alegro de haberte conocido, de verdad me alegro". O cosas así.
A lo mejor parece una tontería, pero no lo es. Y si lo es, entonces tenemos un problema en la comunicación.

Por supuesto que no va nadie a prohibir el uso de estas palabras, pero tampoco podemos esperar (la espera sería interminable) que la gente empiece a decir lo que quiere como debe. Y el correccionismo no llegará.

sábado, 25 de diciembre de 2010

La mitad de la cultura

A lo mejor caigo, sin saberlo, en una incoherencia a la hora de medir a veces las cosas por lo que son (de forma más práctica, quiero decir), y otras por lo que debería ser. Creo que no, pero nunca se sabe.
Esta semana Rubalcaba ha dicho que sin una ley anti-descargas (descargas legales, claro) la mitad de la cultura desaparecería.
Mire usted, no. Voy a ponerme en el terreno de lo que debería ser. 
Lo que Rubalcaba viene a decir es que lo que no venda, no será producido, y como la cultura vende cada vez menos, pues al final sólo se producirán aquellos productos culturales (a mí también me duele llamarlo producto) que sean susceptibles de hacer ganar pasta. Puede que las cosas sean hoy así, pero en su mano (la de la Industria, digo, no la de Rubalcaba) está la posibilidad de cambiar eso. El papel de mecenas, por otro lado, no debe recaer en el ciudadano, sino en el Estado, como de hecho constitucionalmente se prevé (con otras palabras, eso sí), y por tanto tendrá que hacer lo posible por que la cultura alcance buenos niveles (como con el deporte, por ejemplo).
Que el arte sea hoy una mera herramienta comercial más es un hecho, pero desde luego estamos ante un hecho que DEBEMOS cambiar. A base de crear sólo la basura que está destinada a vender (por ejemplo, Mentiras y Gordas) se está cerrando la puerta a muchísima cultura que podría vender algún día si tales campos se potenciasen. Se está creando un círculo vicioso en el cual la mierda es cada vez más apestosa y se vende más.

Las descargas legales están, como mucho, acabando con la Industria pero no con la cultura. Están acabando con los intermediarios. Sí, los que ponen la pasta para producir. Pero ése es el error en que se incurre al plantear el problema. Ya basta.
Por otro lado, a Rubalcaba le vendría bien darse un garbeo por youtube, flikr o myspace. Que luego me haga un post diciéndome si la cultura está desapareciendo.

En el fondo, la crisis económica actual nada en los mismos lodazales: no hay forma de salir porque nadie está por la labor de replantearse el sistema, que es el que falla. La Industria (cinematográfica, discográfica, cultural en general) no va a quitarse nunca esos anteojos que le impiden ver el asunto desde una perspectiva en la cual ellos no sean los principales beneficiarios. Hay formas de parar ese proceso. Hay, de hecho, unas cuantas alternativas que se van paulatinamente proponiendo. En su mano estará unirse a ellos, ya que no pueden combatirlos.

viernes, 17 de diciembre de 2010

Los peperos se disculpan

Bueno es recordar la frase que, quizá, dijo Clemenceau, la de que si con 18 años eres no eres de izquierdas......la frase está ya manida. Y, sin embargo, la traigo a colación porque no deja de ocultar la disculpa de alguien que alguna vez tuvo corazón y, más adelante con la edad, dejó paso al cerebro.

No voy a entrar ahora en lo que es la izquierda y la derecha (hay quien piensa que no puede definirse o que su definición está hoy obsoleta), pero me llama poderosamente la atención el vigor con el que DEMASIADA gente autocalificada de derechas se disculpa, aunque sea indirectamente, por su forma de pensar o de actuar. Habrá quien diga que no son disculpas sino argumentos fundados, pero es mentira.

En la mayoría de los casos dan por sentado, aunque sea inconscientemente, de que la postura izquierdista es la buena pero a la vez inviable, o viable pero incómoda. Puedo debatir abiertamente sobre si esto es así o no, pero mi experiencia empírica me lleva a pensar así, y no creo que deje de pensarlo, por buenos que sean los argumentos que me traiga un derechoso. Éstos son algunos de los "argumentos" con que suelen tratar de disculparse; apuesto a que los habéis escuchado más de una vez.

1. "Cuando tengas mi edad verás las cosas de otra forma". Este argumento -falaz- no sabe qué responder ante casos como el de algunos intelectuales como Saramago o Benedetti, por decir un par, que hasta el final de su vida siguieron pensando con el corazón, o Vicente Ferrer, para el que ahora se pide el Nobel. Como mucho, dirán algo así como "ya pero de esos hay muy pocos". Y ahí está la disculpa.
2. El ser humano es egoísta por naturaleza. Éste se cae por su propio peso. El ser humano no vive en un estado de naturaleza, así que no encuentro razones para situar nuestra moral en tal estado.
3. Cada palo sujeta su vela ("bastante tengo con mis problemas"). Esto NO es verdad. Hasta el más pepero es comunista dentro de su familia. ¿O no? Por lo demás, me remito al Dilema del Prisionero.
4. El argumento "tú tampoco". Esto es material de primer curso, no creo que haga falta contrarrestar semejante argumento.

Hay algunos más, normalmente van surgiendo en los debates. En cuanto a la frase de Clemenceau, sea de él o no, quizá nos lleve a pensar en si el ser humano debe actuar con la cabeza o con el corazón. Que cada uno elija lo que prefiera. Lo que está claro es que lo bueno, la mayoría de las veces, está reñido con lo cómodo, y claro, ante ciertos dilemas, es mejor preparar una buena coartada que renunciar a la comodidad.

domingo, 12 de diciembre de 2010

A favor del voto obligatorio

En España, que existe un sentimiento arraigadísimo de la Libertad en su vertiente positiva, y que está muy desarraigado el sentido de la responsabilidad que se deriba de aquélla, suena para cualquiera un poco violenta la idea de establecer la obligación de acudir a votar el día de las elecciones. Sin embargo, otros países no necesariamente más avanzados que el nuestro lo toman como algo perfectamente normal. Claro que lo deseable sería que todos fuesen a votar sin tener que obligar a nadie, pero eso nunca ocurrirá (ni ocurrirá, dicho sea de paso, esto por lo que yo ahora escribo: en tanto que no favorece al PP ni, en alguna medida, al PSOE).

Prácticamente no se me ocurren razones por las cuáles esté mal obligar. Habrá quien diga que va contra la libertad ideológica, o simplemente contra la libertad "en general". Pero nadie se queja por pagar impuestos (a parte de por el hecho de tener que pagarlos), o de otras obligaciones que damos por buenas en un Estado que nos da pero también nos exige.

Basta de escapar de la responsabilidad que el ciudadano tiene como tal. Sólo quien no esté contento con la democracia representativa tiene una razón de verdad para no votar. El resto debe estar vinculado por el deber como ciudadano, derecho y deber, más bien, por el que las instituciones que nos gobiernen (en teoría, claro) sean elegidas por uno mismo.

Y si no le gusta a alguien la carta de partidos políticos que concurren (de forma efectiva, o sea, dos), siempre queda votar en blanco o poner en la papeleta que te cagas en la puta madre de ZP o de Rajoy. Son soluciones legítimas. Pero en domingo, en el colegio electoral.