Una vez leí que sería conveniente dejar de (prohibir, más bien) versionar canciones concretas que, de tan trilladas, habían perdido toda la magia. Por poner algunos ejemplos, Imagine, Summertime, My Way o, más o menos, el 50% de la discografía de los Beatles.
Llevaba razón.
Me pregunto si habría que hacer lo mismo con un número ingente de palabras que, de tan usadas, han quedado completamente desvirtuadas. A veces por su uso excesivo (histórico, por ejemplo), otras por su uso equivocado (literalmente), terminan por no significar nada en absoluto. Así que cuando uno quiere hablar, por ejemplo, de acontecimientos históricos, va a tener que pensar en nuevas fórmulas para que no se confunda con (así, al azar) un buen año para el deporte español, o el Oscar para Penélope Cruz.
Peor es cuando quieres decirle a alguien, cara a cara, que te alegras de conocerle, que le acompañas en el sentimiento o que estás ahí para lo que haga falta. Son oraciones que, de tan usadas, entran y salen por los oídos del interlocutor sin que surta ningún efecto. Así que hay que decir cosas como "me alegro de haberte conocido, de verdad me alegro". O cosas así.
A lo mejor parece una tontería, pero no lo es. Y si lo es, entonces tenemos un problema en la comunicación.
Por supuesto que no va nadie a prohibir el uso de estas palabras, pero tampoco podemos esperar (la espera sería interminable) que la gente empiece a decir lo que quiere como debe. Y el correccionismo no llegará.