lunes, 16 de agosto de 2010

Dos tazas

Como hay gente que piensa que tengo especial tirria a los periodistas (susceptibilidad endémica), cuando, aunque hay cosas más lejos de la realidad, no es en absoluto cierto: en general aborrezco a todo aquel que malversa una función pública (no hablo de funcionarios), sea en beneficio propio o por simple dejadez. Lo que pasa es que los periodistas y los políticos son los más perfectos malversadores de unas funciones que, de tan importantes, tienen protección constitucional. Para muestra, botones suficientes como para abrochar una camisa:

El caso Gómez vs. Trinidad: cómo no me van a dar asco los políticos, los del PSOE casi más que los del PP, cuando se inventan todo este circo (algo así como que Trini viene a arrebatar el báculo de Aguirre) de las elecciones primarias habiendo decidido hace ya varios meses que es la actual Ministra de Sanidad la que competirá en Madrid. ¿Y cómo lo sé? Pues ni siquiera puedo presumir de contactos: un profesor nos dijo en clase que un amigo suyo, militante del PSOE, le había dado el chivatazo. Y esa información es de mayo, o quizá antes. En cualquier caso, el grupo PRISA está haciendo un minucioso y excitante seguimiento de esta pantomima escrita hace ya algunos meses.

La Manifestación de Semana Grande: para los que no son de Donosti, explico que cada año, en las fiestas de la ciudad, se celebra una manifestación que hasta hace unos pocos años no se prohibía y últimamente ha venido cuestionándose su legalidad. Se hacen tantas manifas que ya no sé cuál es cuál, pero creo recordar que ésta fue prohibida (y se celebró de todas formas, con las consecuentes movidas) hace un par de años o tres. Las premisas, las de siempre, presos vascos al país vasco, la represión no es el camino, y del estilo. Ahora bien, aunque las premisas fuesen "Juan Carlos I, nos cagamos en tu puta madre" o "Gora ETA", la manifestación debe poder celebrarse sin interferencias de nadie. Y será legal, porque el derecho a manifestarse es fundamental. Pero la trampa hecha para esta ley consiste en alegar posibles disturbios públicos por razón de la manifestación, y ésta sí es una razón oponible para evitar que se haga. ¡Pero si nunca ha habido disturbios salvo los que los propios Ertzainas provocan! Ya. ¡Pero si la Falange vino para hacer una manifestación y, siendo evidente que habría problemas, se permitió la celebración! Ya.



Tengo más, pero mi estilo aspira a ser tan ameno como la columna central de la web de El País, así que me las guardo para otros días.

(un poco de borrokismo evocador)