miércoles, 26 de agosto de 2009

Error judicial

No tengo ninguna autoridad para decidir si es o no es un error, pero como tengo boca, opino, y esta vez opino que el Tribunal Supremo ha, efectivamente, fallado. Niño empuja a niña y ésta se da una hostia de muerte.
Por lo visto, los chavales estaban todos en un recinto tapado porque llovía y, en ese lugar, la visibilidad que las profesoras tenían de todos los pequeños. Total, que según el Supremo las profesoras tenían que haber estado literariamente encima de los niños para vigilar que nadie empuja a nadie, y como no podían estar por el poco sitio que había en ese resguardo, la escuela tendrá que pagar no sé cuántos miles de euskos.
Aunque inicialmente no parezca mala cosa (una indemnización porque no vigilaron, porque fueron negligentes), trae muchos más problemas que lo que aparentemente soluciona. ¿Qué harán ahora las escuelas? Lo más probable es que traten por todos los medios que nadie les meta nunca semejante puro, es decir, los niños no podrán ir al baño solos, no podrán jugar en lugares que susciten la mínima sospecha de que ello traerá algún daño (véase: una esquina, unas escaleras, una barandilla roñosa o un columpio).
En fin, habrá quien vea en ello algo genial, pero debemos tener en cuenta que, a mayor responsabilidad (de una institución), menor libertad (la que nos conceden).

martes, 25 de agosto de 2009

Seres humanos desaprovechados


No pretendo hacer un listado amplio de los que son, primero porque ese ejercicio es impracticable, segundo porque lo que es y no es desaprovechar una vida es mucho más que subjetivo. Sólo tengo ciertas sospechas (susmoa...) de que hay demasiada gente que es lo más lejano a lo que Nietzsche llamaría super hombre. Decía Einstein (según la propaganda esotérica) que sólo usamos el 10% de nuestra materia gris, pero lo cierto es que el porcentaje tiene toda la pinta de ser menor en buena parte de la población.
Aunque las circunstancias no siempre ayudan (u obstaculizan irremediablemente), no puedo dejar de ver como algo triste el destino al que mucha gente se abandona: un sofá, una tele o un botellón perpetuo.
Por supuesto que cada uno es libre de elegir su destino (más aún: tiene el deber de elegirlo), pero es de esas cosas que te vuelven a quitar la esperanza en el ser humano. Ésos no descubrirán la penicilina.



domingo, 23 de agosto de 2009

¿Por cuánto hipotecarías la vida?

No, no voy a hablar de ladrillo.
Estaba pensando que hasta el más afectado por el entorno político tiene vida, o busca una, y tiene unas metas que alcanzar en su vida: el hijo, el árbol, o el libro. Da igual, el caso es que se trata de cosas que requieren de cierta libertad (aunque De Juana escribió en la cárcel). Me pregunto entonces si esta gente que consagra su vida a causas ha hecho previamente esa ponderación, si ha decidido hipotecar su vida por conseguir unos fines ¿superiores? que casi automáticamente van a cercenar sus posibilidades de una vida "sobre lo previsto".
Pongamos, un español en 1936, un talibán estrellaviones y un ETArra actual. Pienso que el primero, de alguna forma, no tenía mucha elección y que la actividad era lo único que podía salvarlo de la certeza de no poder tener una vida normal. El segundo, el suicida, creo firmemente que sus convicciones van más allá de una religión o unas directrices: qué se estará viviendo por allí para decidir ir a morir, tal cual.
Y en el tercer caso...¿qué se estará viviendo aquí para que una persona decida...matar a otra? Algo me dice que tras muchos de ellos no hay una situación insostenible (insostenible de verdad, por favor) ni una ponderación real de lo que les va a suponer la clandestinidad: renunciar a quien amas, por ejemplo, ¿por un trozo de tierra? Quizá pueda resultar yo un hereje, pero seguro que quien tiene un hijo en la cuna se lo piensa de vez en cuando, ¿seguro que quiero eso para mi futuro?
Cada vez hay menos lugar para pensar que la clandestinidad de un terrorista puede llevarse con naturalidad y con duración. Dicho de otra forma: que en pocos meses das con tus huesos entre rejas.
¿Merece entonces la pena? Son muchas cosas a las que uno va a renunciar (como todas las que al final Harry Patch disfrutó, vaya)
Esto me venía a la cabeza por los carteles de los presos: no es raro ver a padre e hijo en la cárcel ambos, el segundo por influencia del primero. Y todos sienten y padecen. Todos tienen capacidad para amar, para emocionarse o para crear arte. Y sin embargo deciden otra cosa. O no lo deciden y la sociedad y el entorno más cercano decide por ellos, no lo sé.

jueves, 20 de agosto de 2009

Anuncio impactante

Cada vez que Tráfico hace un anuncio (los de la empresa contratada por el Gobierno son los mejores, sin duda) se levanta polémica, o dicen que se levanta polémica. Porque sale un niño despedido por la luna delantera, porque se ve al individuo en dos cachos o por lo que sea. Vamos, que está mal decirle a la plebe lo que te pasa si infringes las normas de seguridad vial.
Sin embargo, a nadie le importa que Kas haga un anuncio en el que, no sólo se exaltan los ¿valores? más asquerosos de nuestra mierdasociedad, sino que, joder, lo relacionan directamente con la felicidad. Dicho de otra forma: la felicikas (claro, la felicidad ya la tiene patentada Coca-Cola) consiste en tener un pollón, estar morenita para que te follen en la playa y poder ponérsela dura a todo pijo que pase por delante.
No nos impacte, como los anuncios realistas de la seguridad vial, vivir en un mundo de acomplejados y de acomplejadas.

martes, 18 de agosto de 2009

La ingenuidad deliciosa de los izquierdosos

Adoro lo que la izquierda supone sobre el papel. Prefiero no entrar en quiénes son o no son de izquierdas, o sobre la viabilidad de un país comunista. Simplemente quiero sonreír por ello. Me refiero al ingenuo intento de (querer) hacer un mundo más justo e igualitario (porque, sí, esos dos conceptos pueden ir de la mano), a ayudar a los pobres, a que no guste matar animales, a ser ecologistas o tener una conciencia de la limitación de recursos de nuestro mundo. También a perseguir la tolerancia, no en forma de intolerancia (¿izquierda abertzale?) o de discriminación positiva(¿PSOE?), sino en amplitud de miras y deseo de escuchar. Por supuesto, también a ese apoyo (ingenuo) claro a una verdadera democracia.
En fin, todas esas cosas que hoy día son fácilmente (y cobardemente) disculpadas haciendo ver que "es imposible", que es "inevitable", que "siempre ha sido así" o que "qué más da".
Anda que no se han hecho cosas difíciles desde que el mundo es mundo...

domingo, 16 de agosto de 2009

Enemigos Públicos


No soy imparcial. Tenéis que ver esta película. No habréis visto nada tan bueno en el cine desde Pozos de Ambición.
El auge y muerte de John Dillinger en dos horas y diez minutos de placer, que podrían haber sido cuatro y hubiésemos gozado el doble. Una de las grandes del año, si no la más grande, y otra obra maestra de Michael Mann, como ya viene siendo habitual. Un reparto perfecto (ni siquiera Johnny Depp da asco), con dos de los mejores actores de su generación (Depp y Christian Bale), y unos secundarios acojonantemente bien escogidos (Stephen Dorf, Marion Cotillard, etc) y una música genial. Imprescindible, aunque ya lo supiera antes de haberla visto.
Aquí el tráiler:

miércoles, 12 de agosto de 2009

Harry Patch


Radiohead ha dedicado una canción a Harry Patch, que era hasta hace unos días el último superviviente de los supervivientes de la Iª Guerra Mundial. 111 años, creo. El caso es que ha recibido cantidad de reconocimientos, como buen muerto. El cantante de Radiohead ha dicho algo así como que la importancia de este hombre residía en que era la última herramienta de que disponíamos para hacernos recordar los horrores de esa guerra.
A mí, más bien, su muerte me hace pensar que otros miles de padres e hijos pudieron haber llegado a los 111 años junto a él: seguro que pudo haber palmado día sí y día también, y por algunos azares, vuelve a casa y vive de puta madre el resto de su vida, que resulta que es un resto mucho mayor que lo que había vivido hasta el momento.
¿Cuánta gente pudo haber tenido una gran vida (pongamos, mujer e hijos, buen trabajo, experiencias, un premio Nobel), y sin embargo se le fue en alguna trinchera?
Un buen ejemplo de lo que la guerra puede quitar y nadie más regresar, de la grandeza potencial que se va por el desagüe.

martes, 11 de agosto de 2009

Coherencia, falibilidad e ideologías

Lanzo la pregunta al aire esperando respuestas, a pesar de que la mía ya la tengo más o menos creada: ¿Requiere una ideología ser perfectamente coherente, sin fisura alguna?
Se me ocurren varios apuntes que hacer al respecto.
Este tema salió en una conversación entre nacionalistas vascos básicamente castellanoparlantes. Es decir, cómo puede explicarse que una parte generosa de la población nacionalista vasca no hable euskera, aun sabiendo hablarlo (más incluso: cómo puede alguien que, pudiendo saber y no sabiendo euskera, dice que hay que fomentarlo porque es la base de la cultura). La cuestión no es menor, y tampoco es una pregunta retórica. Como respuesta, recibí una explicación que no podría convencerme en mil años: la ideología sí es coherente, pero las personas, al ser personas y, por tanto, falibles, tendemos a ser incoherentes. Ante eso se me ocurrió entonces, como mínimo, una objeción: si una persona es abanderada de un movimiento (o ideología) y no sólo no cumple con algunos de los preceptos básicos, sino que actúa de forma opuesta, ¿no será que esa persona no es digna de esa idología, o que simplemente una y otra no pueden casar? Dicho de otra forma y con otro marco: nadie que se autoconsidere comunista podrá alegar la propiedad privada, ¿verdad?
Lo más sorprendente del asunto es probablemente la liviandad y benevolencia con la que las incoherencias propias se justifican (en lugar de tratar de darle una coherencia -inotorgable, por otro lado-), y la rapidez con la que se tachan a éstos y aquéllos por no haber sido todo lo consecuentes que pudieran: no pasa nada si, sobre el papel, apoyas el euskera y luego no lo hablas, pero no tardarán (muchos, además) en rasgarse las vestiduras porque Xabi Alonso juegue en el Real Madrid.

Por otro lado, una cosa se le escapa a mucha gente: las ideologías no pueden responder a exigencias estancas, sino más bien a pretensiones o a conductas que, si bien permanecen en el tiempo, no tienen casi nunca las mismas herramientas con las que llegar a tales fines. Y esto último es lo único que afirmo en el texto. El resto me lo pregunto y nada más.