miércoles, 4 de marzo de 2009

En contra de la Globalización

Yo mismo he defendido a veces ciertos aspectos de la Globalización, nunca he terminado de verla con malos ojos. También soy de los que hubiesen votado sí al referéndum sobre el Tratado de la Lisboa de haber tenido edad para ello...pero hoy en día, no. Existe una consecuencia demasiado importante como para poder postularme a favor del completo. Las políticas económicas, medioambientales o sociales pueden cambiar o variar según el momento (el lugar no, para eso sería globalizado), pero no se alteraría el hecho de que los núcleos de poder estarían, cada vez, más lejos de la población. "Ah, la paradoja del occidental que se cree libre", diría ella. Los hechos, empero, son bastante innegables y, por ahora, reversibles. Cuanto más se amplíen las instituciones internacionales más sufrirán los poderes locales, provinciales o estatales. De repente, podemos encontrarnos con 65 horas laborales semanales por la decisión de veinticinco tipos con corbata.

Bajo el recurrente argumento de la inviabilidad de una democracia representativa (como en la antigua Grecia) se tiene a gobiernos cada vez más simplificados que, por tanto, simplifican a su vez a los que, de alguna manera, los eligieron. Y, sin embargo, no sería tan difícil hacer de nuestro sistema algo un poco más representativo.

Ah, que no interesa. Bueno, entonces da igual.


4 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo valiente no quita lo cortés. Lo que observas no creo que sea fruto de la globalización, sino de la centralización y de la poca transparencia de algunas instituciones, como la UE, por ejemplo. Y de la pobrísima cultura política que hay por ejemplo en nuestro país.

Me hace gracia lo de la jornada de 65 horas, pues ya se practica en UK. No se trata de que cada uno trabaje 65 horas, sino de que la jornada laboral -repartida por los trabajadores como decida la empresa- se amplíe de las 40 horas a las 65.

Muxu

lamotta dijo...

El segundo trozo no lo sabía. Interesante, desde luego. Sonrojante, también, hay que reconocerlo.
En cuanto a lo primero, creo que son causa-efecto. La globalización difícilmente traerá otra cosa, aunque algunos crean en esa posibilidad. Además, la centralización a nivel estatal dará, creo, un poco más igual si las decisiones importantes se deciden en instancias superiores. En cuanto a la cultura política de nuestro país, bueno, algo he estudiado sobre eso, y creo que tampoco somos mucho más tontos que el resto de mundiales, aunque las circunstancias no hagan estar ahora un poco atrasados (y retrasados).
Un abrazo

Anónimo dijo...

Sí, por la centralización me refería el proceso de convergencia europea. Me parece también coherente que en los tiempos se corren, de la economía mundial, surjan instituciones políticas que tomen decisiones conjuntamente. Eso no quita que en la UE literalmente 25 tíos decidan sobre materias importantes donde el parlamento europeo pasa a ser una mera decoración. Que la globalización ha generado varios cambios es indudable, pero que de ahí haya que achacar algunas posturas políticas/económicas/sociales me parece un error. Sí, la sociología me ha corrompido.

Lo de la cultura política también obvio, por eso decía lo de por ejemplo. Pero es mejor, siempre, comenzar por la autocrítica.

Un beso querido, espero que nos veamos pronto.

Anónimo dijo...

Ufff menuda primera oración. Pienso en alemán :S.

Voy a flagelarme un rato.