viernes, 28 de noviembre de 2008

Es bonita la solidaridad

No sabía exactamente cómo estructurar el texto, pero al final me he decantado por hacerlo de la siguiente forma.
He estado hoy como voluntario en la "operación kilo", que consiste básicamente en dar papeletas a la entrada de un súper en la cual se explica que se busca recaudar comida imperecedera para enviarla a los negritos y mulatos que pasan hambre. Alguno (más alguna, que alguno) daba un paquete de arroz, de cereales, etc. una señora nos ha preguntado por la Universidad a la que íbamos, porque ella estaba en no sé qué asociación caritativa también, blablablá. Otra nos ha sacado dos bolsas llenas de cosas. Me he emocionado: si todos fuesen así...¡ay!
PERO.
Había gente (más mujeres que hombres también, tendrá que ver simplemente con que van más mujeres al súper) que no daba nada, gente que te miraba mal o que ni siquiera cogía el papel en el que intentábamos pedir un poco de mierda. Me han dado ganas de reventar, como poco, un par de cabezas. Viejos hijos de puta que no sois capaces de dar parte del equipaje que pronto no podréis llevaros.

Otra moneda:
Una china ha hecho cuatro viajes en el rato que hemos estado ahí, para sacar cuatro carros repletos de comida y bebida que luego iba a vender en su chino por un tanto por ciento más.
Sujetando la puerta del súper había dos polacos demacrados que nos han dado conversación, nos han indicado otros supermercados que había alrededor, por si queríamos dividirnos, y nos han entregado incluso un par de bolsas de patatas fritas que tenían guardadas entre su equipaje, comida que les había comprado algún hombre bondadoso esa mañana.

En fin.

1 comentario:

G. dijo...

Estar en contacto con la gente (sea trabajando o haciendo algo como lo que has hecho tú), siempre supone una "bofetada". En el sentido de que la realidad tiende a defraudar. No es la prioridad de la gente ser solidario, y además, desconfían mucho. Tampoco es tan raro, si lo piensas seguro que tú lo has hecho alguna vez... (Lo digo por mí también, claro). En fin, felicidades, y repite, ¡ánimo!