domingo, 12 de diciembre de 2010

A favor del voto obligatorio

En España, que existe un sentimiento arraigadísimo de la Libertad en su vertiente positiva, y que está muy desarraigado el sentido de la responsabilidad que se deriba de aquélla, suena para cualquiera un poco violenta la idea de establecer la obligación de acudir a votar el día de las elecciones. Sin embargo, otros países no necesariamente más avanzados que el nuestro lo toman como algo perfectamente normal. Claro que lo deseable sería que todos fuesen a votar sin tener que obligar a nadie, pero eso nunca ocurrirá (ni ocurrirá, dicho sea de paso, esto por lo que yo ahora escribo: en tanto que no favorece al PP ni, en alguna medida, al PSOE).

Prácticamente no se me ocurren razones por las cuáles esté mal obligar. Habrá quien diga que va contra la libertad ideológica, o simplemente contra la libertad "en general". Pero nadie se queja por pagar impuestos (a parte de por el hecho de tener que pagarlos), o de otras obligaciones que damos por buenas en un Estado que nos da pero también nos exige.

Basta de escapar de la responsabilidad que el ciudadano tiene como tal. Sólo quien no esté contento con la democracia representativa tiene una razón de verdad para no votar. El resto debe estar vinculado por el deber como ciudadano, derecho y deber, más bien, por el que las instituciones que nos gobiernen (en teoría, claro) sean elegidas por uno mismo.

Y si no le gusta a alguien la carta de partidos políticos que concurren (de forma efectiva, o sea, dos), siempre queda votar en blanco o poner en la papeleta que te cagas en la puta madre de ZP o de Rajoy. Son soluciones legítimas. Pero en domingo, en el colegio electoral.

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