martes, 11 de agosto de 2009

Coherencia, falibilidad e ideologías

Lanzo la pregunta al aire esperando respuestas, a pesar de que la mía ya la tengo más o menos creada: ¿Requiere una ideología ser perfectamente coherente, sin fisura alguna?
Se me ocurren varios apuntes que hacer al respecto.
Este tema salió en una conversación entre nacionalistas vascos básicamente castellanoparlantes. Es decir, cómo puede explicarse que una parte generosa de la población nacionalista vasca no hable euskera, aun sabiendo hablarlo (más incluso: cómo puede alguien que, pudiendo saber y no sabiendo euskera, dice que hay que fomentarlo porque es la base de la cultura). La cuestión no es menor, y tampoco es una pregunta retórica. Como respuesta, recibí una explicación que no podría convencerme en mil años: la ideología sí es coherente, pero las personas, al ser personas y, por tanto, falibles, tendemos a ser incoherentes. Ante eso se me ocurrió entonces, como mínimo, una objeción: si una persona es abanderada de un movimiento (o ideología) y no sólo no cumple con algunos de los preceptos básicos, sino que actúa de forma opuesta, ¿no será que esa persona no es digna de esa idología, o que simplemente una y otra no pueden casar? Dicho de otra forma y con otro marco: nadie que se autoconsidere comunista podrá alegar la propiedad privada, ¿verdad?
Lo más sorprendente del asunto es probablemente la liviandad y benevolencia con la que las incoherencias propias se justifican (en lugar de tratar de darle una coherencia -inotorgable, por otro lado-), y la rapidez con la que se tachan a éstos y aquéllos por no haber sido todo lo consecuentes que pudieran: no pasa nada si, sobre el papel, apoyas el euskera y luego no lo hablas, pero no tardarán (muchos, además) en rasgarse las vestiduras porque Xabi Alonso juegue en el Real Madrid.

Por otro lado, una cosa se le escapa a mucha gente: las ideologías no pueden responder a exigencias estancas, sino más bien a pretensiones o a conductas que, si bien permanecen en el tiempo, no tienen casi nunca las mismas herramientas con las que llegar a tales fines. Y esto último es lo único que afirmo en el texto. El resto me lo pregunto y nada más.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Qué jugoso el texto. A ver:
Sobre la coherencia:
El hombre es coherente pero la ideología es completamente coherente. Bien, en el ideien mundua así lo es, es pura teoría que se supone ofrece una base coherente según la que actuar. Ahora, cuando una persona se adueña o se adhiere a una ideología, no está metiéndose en el ideien mundua, sino que mucho más está tomando un tipo de conducta según esas ideas. Es decir, no es algo más allá del hombre, es la manera de actuar que por las razones que sean decidimos seguir. La coherencia de esa ideología por lo tanto no reside en su aplicación teórica, sino en el conjunto de nuestras acciones. Será coherente si nosotros somos coherentes.

En cuando a la coherencia de muchos de los nacionalistas vascos, creo que es muy difícil mantenerla cuando se trata de una ideología panfletista de eslóganes aprendidos de memoria. La carencia absoluta de reflexión a la hora de "decantarse" por una ideología hace que, fácilmente, caigamos en la contradicción. Porque no interiorizamos el contenido de esos eslóganes, es solamente un acto sobre todo dirigido al exterior. Se trata de dar una imagen, independientemente de la coherencia personal que eso nos aporte.

Creo que la incoherencia propia no nos parece grave porque no adoptamos la ideología por razones y fines personales (como expresión de nuestros ideales o como modo de vida que nos satisfaga) sino mucho más con casar con el entorno y dar una imagen para integrarnos en él.

Anónimo dijo...

Quería decir que el hombre es incohrente :S