lunes, 18 de mayo de 2009

Una (otra) de carteristas

Hoy en el metro me he topado a otro carterista. Que cómo sabía que lo era, pues sencillo, la chaqueta en el antebrazo como los camareros y a la altura de la cintura, buscando un sitio del vagón en el que estar más cómodo...de pie. Le he mirado, he mirado a la mano...y bueno, sí, seguro que lo era, pero entretanto sólo vigilaría. Ha intentado acercarse al bolso de una señora pero no estaba fácil: no había mucha gente.
Se ha dado cuenta de que lo vigilaban (yo estaba casi casi al lado suyo). Ha carraspeado, se ha sobado los huevos un par de veces con descaro, se ha empezado a poner nervioso, pero en plan agresivo, se a tocado los nudillos, ha estirado las manos, parecía que disponía a pegarle un hostión a alguien (ese alguien podía ser yo, y él era más alto y más fuerte. Y más calvo).
Antes de llegar a Moncloa se ha puesto al lado de la puerta como para irse, pero al abrirse las puertas yo he salido y él se ha quedado. Cuando salía, por si a mí me quedase alguna duda de que era un hijo de perra, me ha lanzado algo (el resguardo del metro, o algo así) a la espalda y ha dicho algo en el idioma de los carteristas. Me he dado la vuelta, me ha mirado, me ha puesto cara de "¿qué, algún puto problema?", y luego ha hecho un ademán como de salir del metro a darme una paliza, pero con poca convicción.

No os vayáis. Aún queda.
He ido a algún encargado de Metro a ver si daban el aviso por Argüelles o Príncipe Pío para que lo buscasen, "un tío alto, así y así".
-Oiga, quería dar parte de que hay un carterista en la línea que va en dirección a Príncipe Pío, ¿puede avisar...?
-bfff...avisar, avisar, se puede...(subtexto: pero avisar pa na'...) Dígale a ése de seguridad para que dé el aviso.
Me dirijo al de seguridad.
-Oiga (y repito lo de ahí arriba).
-Vale, ahora doy el aviso.
Y empieza a marcharse como dando una vueltecilla por ahí a ningún sitio en concreto.
-¿No quiere que le dé la descripción?
-¿No será uno con un chándal verde y una chaqueta marrón?
-No. Es alto, fuerte y calvo.
-Vale, ahora doy el aviso.
Y ha seguido paseando.

9 comentarios:

Harri dijo...

hasta que te metan un navajazo o algo peor...

shubbaki dijo...

Últimamente tengo la sensación de que estás por encima del bien y del mal.

lamotta dijo...

No te entiendo, Elena, puedes explicarlo?
Aun así, sólo cuento lo que pasó, de hecho, yo no hice nada ni desafié al tipo ni nada.

lamotta dijo...

Sí, Harri, no creas que no lo he pensado veces, y con lo que me acojona eso! Creo que el tema de los carteristas en el Metro de Madrid probablemente acabe o mengüe mucho cuando a alguien le metan un navajazo. Normalmente suele funcionar así, es decir, pasividad-tragedia-actuación. Claro que me encantaría no ser yo el del navajazo.
Muxutxus, cerdo.

shubbaki dijo...

No lo digo por ningún texto en concreto, sino un poco en general. Pareces emanar autoridad moral.

lamotta dijo...

Es que me han filtrado que dentro de unos meses quedará vacante la columna de Reverte en El Semanal, y me estoy entrenando.
Nah, en serio, intento dar mi opinión y/o postularme a favor o en contra de diferentes asuntos, muchas veces sin saber exactamente dónde meterme yo (la legitimidad de López) o dando la palabra a otros (sobre elegir el destino, por ejemplo).
Como curiosidad (y por eso de "últimamente"), el otro día hablé con Leire Iraeta por el msn, que había pasado por aquí a leer algún post, y me dijo "no has cambiado nada".
Un beso

shubbaki dijo...

Podrías ser alemán perfectamente ;)

lamotta dijo...

Yo también lo pienso: recuerdo nuestros días en Múnich con demasiado cariño: calles silenciosas, bicis sin candar, bicis a secas, metro que no hay que pagar pero se paga...
Coño, es el paraíso del civismo. Claro que luego tendrá sus lados malos (los que tú me cuentas, básicamente), y hay que conseguir un equilibrio perfecto.
Este año he concluido que lo mejor es ser vasco, cántabro o así, porque están la medida justa de cada cosa ;).
Besos

shubbaki dijo...

"hay que conseguir un equilibrio perfecto.
Este año he concluido que lo mejor es ser vasco, cántabro o así, porque están la medida justa de cada cosa". Ay, hijo de la modernidad.